Valencia y la DANA que nos ha dejado helados
Por desgracia es un fenómeno muy recurrente en España y especialmente en todo el mediterráneo por tener el caldo de cultivo ideal para que se formen estas depresiones, dejando siempre un reguero de daños descomunales. Ya les pasó algo parecido a los valencianos, el 13 de octubre de 1957, cuando fallecieron casi 100 personas en el desbordamiento del Turia; y en Almería, Granada y Murcia en 1973 donde hubo más de 200 muertos; o en agosto de 1983 en Bilbao, llevándose por delante a casi medio centenar de bilbainos.
Por desgracia, estamos acostumbrados y conocemos las consecuencias económicas que estos fenómenos meteorológicos suelen dejar allá donde descargan, pero lo que no podíamos imaginar es la tragedia humana que por desgracia va a alcanzar ene esta ocasión. Los daños económicos no serán ningún problema para aquellos que tuvieran algún seguro contratado, por muy básico que fuese. El Consorcio de Compensación de Seguros abonará los daños ocasionados por la DANA, conforme a lo que tenían asegurado en sus pólizas, pero las pérdidas humanas, por desgracia, no se podrán reponer por mucho seguro que se tuviese. El dolor no se puede indemnizar.
Peor suerte, si cabe, correrán aquellas personas que carecían de un seguro. Estos tendrán que esperar a que se doten ayudas extraordinarias para intentar paliar de alguna forma la consecuencias de esta catástrofe. Por desgracia, la experiencia nos indica que serán insuficientes y llegarán tarde, si es que llegan. Para los afectados, …no tengo palabras.
No puedo mas que trasmitirles mi solidaridad y desearles que puedan superar, cuanto antes, estos momentos de desasosiego, en paz, con resiliencia y manteniendo la esperanza de que se puede mirar hacia el futuro. En la confianza que nuestro sector estará a la altura de las circunstancias, nos anima a seguir diseñando la tranquilidad de nuestros clientes y de todo aquel que le inquiete el futuro.